lunes, 29 de diciembre de 2008

Лебединое Озеро

La verdad es que no fue idea mía, aunque tenía pensado hacer algo así. Las profesoras de ruso nos invitaron a ir al teatro para ver “El lago de los cisnes”. Yo contesté: ¡Por supesto! (конечно). Después de eso nos pidieron 100 grivnas para la entrada, me encanta la gente que te invita con tu propio dinero. No era como para echarse atrás, es caro comparado con otras funciones en Kiev pero bastante barato comparado con los precios de España.

El día señalado, después de salir de la oficina, cogí mi monóculo y me dirigí hacia el teatro, bueno, me llevaron, que tampoco es que me maneje muy bien por Kiev.
A la entrada nos ofrecieron el programa por 15 grivnas. En ese momento no me parecía buena idea pagar por un panfleto en cirílico del que no iba a entender casi nada, pero teniendo en cuenta que después me tuve que ir a la wikipedia para enterarme de lo que había visto no hubiera estado mal.

A pesar de ser “El lago de los cisnes” no se veía ni un triste pato. Todo eran bailarinas con vestidos de colorines que daban saltitos de un lado a otro al ritmo de la música.
Para alguno que como yo no conoce la historia y con ayuda de la wikipedia:

Acto Primero – La madre del príncipe Sigfrido le obliga a elegir una esposa de entre todas las que invitará a una fiesta. Esto le entristece pero sus amigos le animan invitándole a ir de caza.

¡Qué dura la vida de príncipe! Menos mal que matar cosas siempre le alegra el día a uno.

Acto Segundo – Mientras caza aparecen un montón de cisnes y Sigfrido se enamora de uno. Este cisne es Odette, que no se librará del hechizo que la convierte en cisne hasta que alguien le jure amor eterno. En esas aparece el mago malo, Rothbart y les dice a las cisnes que se acabó la fiesta y que se vuelvan al lago, impidiendo así que le juren amor eterno a Odette y se rompa el hechizo.

Aquí ya empezamos a entender la tristeza de Sigfrido, su madre quiere que elija una mujer pero a él lo que le van son los cisnes. También aprendemos que el hechizo de cisne es más fuerte que el de rana, que se puede romper con un simple beso.

Acto Tercero – Empieza la fiesta de elegir esposa y Odette no aparece por allí. Al tiempo aparece Rothbart con su hija, Odile y engaña a Sigfrido para hacerle creer que su hija es Odette. Cuando el príncipe pica, Rothbart comete el clásico error de malo y le cuenta que le ha engañado y que Odette sigue en el lago hecha un cisne.

¡Por lo menos es humana! Debe pensar la madre. Afortunadamente Rothbart impide que Odette aparezca por allí, gracias a él el final no es otro. Yo creo que si la chica-cisne llega a aparecer en la puerta del palacio para la fiesta... el plato principal de la cena hubiera sido cisne asado.

Acto Cuarto – Sigfrido va hacia el lago para ver a Odette. Como no pueden romper el maleficio se suicidan y este sacrificio hace que Rothbart muera. Todos los cisnes se libran del maleficio y Sigfrido y Odette acaban juntos como espíritus.

Bien para los otros cisnes pero si la solución al hechizo era morirse no hacía falta complicarse tanto. No entiendo muy bien porque el sacrificio mata al mago malo y libera a los cisnes. ¿Era una regla secreta del hechizo que no nos habían contado?

Creo que por eso en mi versión cambiaba el final de la historia. Sigfrido y Rothbart luchaban y al final Rothbart moría de una forma bastante ridícula. Le engañaban y caía por un pozo, parecido a lo que le pasaba siempre a Bowser cuando se enfrentaba a Super Mario Bros. Cuesta creer que un tío que sepa hacer hechizos se deje matar tan fácilmente.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

дома

Mi edificio, como la mayoría, tiene una enorme puerta metálica con cerradura electrónica.

Se abren con un código. La mía además tiene llave magnética, cuando se abre hace un ruidito muy chulo y sale "open" en la pantalla

La vista desde dentro. Si un día se le acaban las pilas supongo que habrá que saltar por la ventana

La habitación para la portera. Tiene pinta de llevar muchos años abandonada.
Los buzones. Se ven bien por el flash de la cámara pero no hay luz en el portal Los ascensores. No he encontrado la pegatina con el año en que pasaron la última revisión
Dentro del ascensor grande. Hace menos ruido y se mueve menos que el otro pero casi no tiene luz.
Detalle del panel de mandos. A los ucranianos les encantan las cosas escritas a mano. Creo que como el edificio solamente tiene 16 pisos a alguien le daba miedo que se pulsase el 17 y el ascensor saliera volando, por eso quemó los dos últimos botones en los dos ascensores. Yo vivo en la planta 13, piso 61.
El pasillo visto desde la puerta de mi casa. Por el acuerdo que tiene mi casero con el vecino de enfrente en vez de usar la cocina de mi casa uso la de la casa de enfrente. Para desayunar tengo que abrir tres puertas e ir cerrándolas detrás mía (hay que cerrar con llave), cambiarme dos veces de zapatillas porque está mal visto andar por el piso con los zapatos de calle y esquivar al gato del vecino. Para volver a mi casa, el mismo proceso a la inversa
Dentro de mi casa. Lo primero que pensé cuando entré era que esa casa estaba en obras y en realidad no vivía nadie allí antes de llegar yo. Hoy no tengo ninguna duda de que así era
Puertas del cuarto de baño y el váter. El empapelado de las paredes mola mucho, a veces encuentro alguna noticia interesante
Las bañeras que he visto hasta ahora son altísimas, me juego la vida cada vez que me ducho. A la derecha se puede ver un poco la tubería de agua caliente. Pensé que valía para secar la ropa pero el casero se cabreó cuando dejé ahí ropa para secar. Me dió muchas explicaciones de por qué no tenía que hacerlo pero no me enteré de ninguna.

La vista desde mi habitación. Hay un pequeño lago al fondo. A pesar de lo que pueda parecer por el parking de debajo, los coches son mejores que en España en general. El buen ucraniano, si hace falta, se endeuda para toda la vida por comprar un buen coche.

Por si se me olvida y algún día quiero recordarlo: Hoy 19 de noviembre, ha nevado por primera vez desde que estoy en Kiev

lunes, 20 de octubre de 2008

ПАСПОРТ

Hace ya dos semanas desde que llegué a Kiev. No es mucho pero me ha dado como para conocer bastante sobre la vida y costumbres de sus habitantes. Por eso antes de conocer demasiado y que las primeras impresiones se distorsionen me gustaría contar como fué el principio.
Sobre las 10 de la noche hora local el avión aterrizó en el aeropuerto de Boryspil y un autobús nos llevó hasta el control de pasaportes. Cuando uno no sabe lo que pone en los carteles y no entiende lo que le dicen lo mejor que puede hacer es coger todos los papeles que tenga en la mano y dárselos al de la ventanilla, pueden hacerte preguntas igual pero poniendo caras raras al final se cansan de tí y te lo hacen todo. Una policía me paró a la salida preguntando si estaba seguro de que no tenía nada que declarar pero no me dió tiempo a discutir mucho con ella, mis compañeros venían con el pasaporte de servicios en la mano y diciendo “spanish embassy” y la mujer entendió que alguien que trabaja para la embajada no puede mentir.

Según lo recuerdo yo la mayoría de carteles no estaban traducidos al inglés.

El aeropuerto de Boryspil está en la quinta ostia, como a 30 km de Kiev. Para llevarnos hasta la ciudad nos estaban esperando dos de los becarios veteranos que eran capaces de entenderse con el taxista a pesar de lo raro que hablaba. Al llegar a nuestro destino el taxista se cogió un buen rebote cuando le pidieron tres facturas separadas porque decía que no tenía tiempo para eso (no es que aprendiera ruso en 20 minutos, me lo tradujeron). Raúl, el becario tecnológico, nos dijo: “No os preocupéis, son así” El piso donde nos quedamos la primera noche estaba en una zona muy céntrica, cerca de la Plaza de la Independencia. Al entrar pudimos empezar a conocer algunas de las peculiaridades de los edificios. Lo primero que llama la atención son las enormes puertas metálicas con cerradura electrónica, para abrir la puerta había que marcar un código numérico.Pasamos a la entrada y vimos la portería con su babushka de sonrisa dorada (con todos los dientes de oro o similar). El precio del apartamento había sido de 120 dólares por una noche, por eso nos sorprendió que el ascensor tuviera unos 40 años pero la verdad es que no podría ser mejor, un cacharro que lleva tantas décadas funcionando es porque no se va a romper nunca. No hay comunidades de vecinos y esas cosas dependen del ayuntamiento que se toma su tiempo, por ejemplo, de todos los edificios que hemos conocido solamente uno tenía luz en el portal, los de Greenpeace ni se molestan en hacer publicidad para que la gente ahorre electricidad. Para entrar al piso hubo una pequeña confusión, algo así como que el nuestro era el 34b y estábamos intentando abrir la puerta del 34. Antes de saber que no era ahí toqué al timbre de la puerta por ver como sonaba y el dueño se dió por aludido, se enfadó un poco pero como no llevaba pistola ni nada así no hubo más problemas. Desde entonces solamente he llamado a timbres sin una buena razón dos veces, es mejor evitarse complicaciones.

Nunca sabes quién puede tener uno de éstos.

Dejamos las maletas en el apartamento y fuimos a tomar algo y conocer a más gente de la oficina. Eran poco más de las 11 de la noche pero no se veía a nadie caminando por las enormes calles del centro. Fuimos a parar al sható http://www.shato.com.ua/ un sitio con camareras sonrientes donde se cocina las 24 horas del día y que me gustó bastante, he vuelto unas cuantas veces desde entonces. Con el primer encuentro con la comida ucraniana conocimos también alguna de sus costumbres, como la de no servir nada hasta por lo menos media hora después de pedirlo. También te quitan el plato de la mesa casi en el mismo momento en que te terminas la comida por una de tantas supersticiones que tienen y que merecen un post aparte. Nos volvimos pronto a dormir y al haber dos habitaciones para tres en el apartamento acabé durmiendo en el sofá-cama del salón, la ventaja es que pude ver en la tele la versión ucraniana del Grand Prix con sus vaquillas y todo. Después de esta noche han pasado muchas cosas: Las clases de ruso, el encuentro con las familias de acogida, el primer timo en taxi (¿Ultimo?), una misa ortodoxa (creo), una noche deportiva ucraniana, la visita al museo de la guerra, ... Pero todo eso ya lo iré contando que me he cansado de escribir hace un rato.